El turismo, en general, es una de mis pasiones. En concreto, el diseño y creación de productos turísticos para destinos, es una de las actividades más motivadoras dentro de los ámbitos que conciernen a la gestión y planificación de destinos.
Cuando me pidieron escribir sobre este tema, no pude menos que reconocer que el concepto y metodologías para el diseño y creación de un producto turístico están tratados de forma extensa en la literatura.
En mi experiencia, los considero como “viajes” que, como profesional, realizo con el cliente y el equipo de trabajo. En este proceso, no solo realizamos las acciones que conlleva el objetivo del proyecto, sino que servimos de “guía” para mostrar su potencial. Desde la definición de los objetivos específicos y el detalle de los resultados esperados en las primeras reuniones, hasta la entrega final del diseño.
Llegar a un nuevo destino es descubrir un mundo. Descubrir y analizar sus recursos es un reto estimulante, que a menudo conlleva sorpresas en torno a potenciales atractivos. Además, no solo se trata de aplicar metodologías de valoración de sus recursos, sino de situarnos (junto al destino) en el entorno que lo rodea.
Pero… ¿qué sería de un destino sin la demanda? Hoy en día se presenta un desafío interesante en este sentido. El perfil (escribiendo a modo genérico) de la misma ha cambiado como consecuencia de la pandemia de la COVID 19.
Integrar los nuevos requerimientos del mercado en el diseño es, para mí, una acción esencial en dos sentidos. Desde el punto de vista del diseño de productos turísticos, orientarlos a nichos de mercado específicos contribuye a la recuperación del destino y empresas turísticas. Además, considero la aplicación de las normativas y recomendaciones sanitarias como un requisito indiscutible para ello.
Creo que, en esta crisis, se nos presenta la oportunidad de apostar por un sector más especializado y también más sostenible.
En este viaje, el momento más emocionante es la definición de los elementos principales con los que contará el producto, conceptualizando su estructura y diseño finales. Es aquí donde se conjugan todos los elementos anteriores, y se da forma “tangible” a ese mundo gracias a productos turísticos que integran los valores intrínsecos del destino.
Y todo esto es, en realidad, solo el comienzo del camino. Queda por delante efectuar acciones en el destino que contribuyan al desarrollo de los productos. Sin olvidar, por supuesto, su implementación por parte de la iniciativa privada. Son los proveedores de servicios y principales contribuyentes a la satisfacción del turista.
Les invito, desde aquí, a recorrer este camino juntos.
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Socio y CEO en Grupo Innovaris. Auditor QHSE acreditado por esquemas IRCA y EOQ, consultor de sistemas de gestión, formación y tutelaje. Proyectos socio-económicos.
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